El cáncer de estómago, también conocido como cáncer gástrico, se desarrolla en el revestimiento interno del órgano y suele avanzar sin dar señales claras en sus primeras etapas.
Entre los síntomas más habituales se encuentran: dolor abdominal persistente, sensación de hinchazón tras las comidas, pérdida de apetito, saciedad precoz, náuseas, vómitos, acidez recurrente, pérdida de peso involuntaria y, en fases más avanzadas, vómitos con sangre o heces oscuras.
Factores de riesgo
Las causas del cáncer gástrico son múltiples. Entre ellas destacan la infección por la bacteria Helicobacter pylori, las dietas ricas en alimentos salados, ahumados o procesados, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad y los antecedentes familiares.
Hábitos y alimentos protectores
Aunque no existe una forma absoluta de prevenirlo, los especialistas coinciden en que adoptar una vida saludable reduce el riesgo.
Las recomendaciones incluyen una dieta equilibrada rica en frutas, verduras frescas, legumbres y cereales integrales; evitar carnes procesadas, embutidos, productos con exceso de sal y comidas muy grasas; además de mantener un peso adecuado, hacer ejercicio regular, reducir el consumo de alcohol y, sobre todo, no fumar.
La importancia de la detección precoz
Los expertos insisten en la necesidad de prestar atención a los síntomas digestivos persistentes y realizar pruebas como la gastroscopia cuando se sospeche un problema. La detección temprana es clave: mejora el pronóstico y aumenta las posibilidades de supervivencia.
Hay que cuidar la salud digestiva y no ignorar las señales que parecer menores, pero que a largo plazo pueden salvar vidas.
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