Muchas familias se preguntan a qué actividades extracurriculares inscribir a sus hijos. Para que esta elección tenga un impacto positivo, es fundamental tener en cuenta sus intereses, su personalidad, su edad y su desarrollo evolutivo. “El fin debería ser que estas clases extracurriculares sean un valor agregado, ayudando al menor a conocerse mejor y potenciar habilidades que ya tenga”, destaca Ghada Aboud, coordinadora del grado en Magisterio de Educación Infantil de la Universidad Europea.
Lejos de verse como una obligación o un complemento únicamente académico, las actividades extracurriculares pueden ser una herramienta para el desarrollo integral del menor. Según explica la experta, “la inteligencia no se limita a lo lógico o lingüístico, hay múltiples talentos que deben estimularse desde la infancia y que pueden florecer a través del juego, la música, el deporte o el arte”.
Para elegir correctamente, es clave observar cómo se comportan los más pequeños en su tiempo libre, qué les interesa espontáneamente, y ofrecerles la posibilidad de explorar distintas opciones. En este sentido, la profesora insiste en que no es suficiente con que la actividad sea “útil”; debe también ser atractiva para el menor. “Cuando algo les gusta de verdad, se nota porque quieren repetir, lo cuentan con ilusión, se sienten capaces”, afirma.
Además de los gustos, la personalidad también influye en el tipo de actividad que puede encajar mejor. Un niño introvertido puede preferir entornos tranquilos y no competitivos, mientras que uno muy activo disfrutará más de actividades dinámicas y en grupo. “La clave está en adaptar la actividad al niño, no al revés”, asegura la docente.
Además, dar voz al menor en la elección fomenta su autonomía y sentido de pertenencia. La experta recuerda que, según la edad, pueden opinar, elegir entre varias opciones o incluso cambiar de actividad si descubren que no les gusta. “Cuando los menores participan en la decisión, aumenta su deseo de involucrarse, su autoestima y su disfrute”, subraya la profesora de la Universidad Europea. Esta flexibilidad y escucha activa ayudan a que la experiencia extraescolar sea verdaderamente enriquecedora.
En cuanto al equilibrio semanal, Ghada Aboud recuerda que hay que reservar espacio para el estudio, el descanso y la diversión. “Cuando todo es estructurado, pierden la posibilidad de explorar por sí mismos. Y si una actividad deja de motivarlos o les genera ansiedad, hay que tener la flexibilidad de cambiar”. Además, insiste en la importancia de no llenar la semana con demasiadas actividades dirigidas. “Es preferible elegir dos actividades que cinco solo por ocupar el tiempo. Los niños necesitan tiempo para descansar, aburrirse, convivir en familia y jugar libremente”
Finalmente, la experta de la Universidad Europea concluye que las actividades extracurriculares bien elegidas no solo refuerzan habilidades específicas, sino que también ayudan a construir autoestima, autonomía y seguridad. “Elegir bien es educar desde el respeto. Es confiar en que cada niño tiene su propio ritmo y talento. Solo hay que darle la oportunidad de descubrirlo”