Durante siglos, la capacidad del cerebro humano ha sido un misterio fascinante para científicos y filósofos.
Hoy, en plena era digital, la pregunta cobra una nueva dimensión: ¿podemos medir cuánta información puede almacenar el cerebro humano? Aunque aún no existe una respuesta definitiva, los avances en neurociencia, informática y biología nos acercan cada vez más a estimaciones sorprendentes.
¿Qué entendemos por “información” en el cerebro?
Antes de hablar de cifras, es crucial entender qué significa información en el contexto cerebral. A diferencia de un disco duro o una memoria USB, el cerebro no almacena datos en archivos ordenados. La información se codifica en redes de neuronas, patrones sinápticos y conexiones que cambian constantemente mediante procesos de plasticidad.
La “unidad” básica de almacenamiento cerebral sería la sinapsis, los puntos de comunicación entre neuronas. Estas conexiones pueden fortalecerse, debilitarse o reconfigurarse, lo que las convierte en candidatas ideales para representar “bits” biológicos de información.
Estimaciones científicas: ¿Cuántos datos caben en nuestra cabeza?
Según un estudio del neurocientífico Paul Reber de la Universidad Northwestern, el cerebro humano promedio puede almacenar aproximadamente 2,5 petabytes de información, es decir, unos 2.500.000 gigabytes. Esta cifra equivale a almacenar unos 3 millones de horas de programas de televisión o casi todo el contenido escrito disponible en Internet en 2024.
Otras estimaciones, más conservadoras, sitúan la capacidad entre 100 terabytes y 1 petabyte, pero todas coinciden en que se trata de una capacidad gigantesca, difícil de alcanzar incluso con las tecnologías actuales de almacenamiento digital.
¿Cómo se calculan estas cifras?
Las estimaciones se basan en el número de neuronas (unos 86.000 millones) y la cantidad de sinapsis por neurona (de 1.000 a 10.000). Si consideramos que cada sinapsis podría almacenar al menos 1 bit de información, el cálculo se dispara. Sin embargo, el cerebro es más eficiente que cualquier máquina: no solo almacena datos, también los interpreta, asocia, generaliza y olvida de manera selectiva.
La analogía con los ordenadores es útil, pero limitada. Por ejemplo, el cerebro comprime y filtra datos de forma natural, algo que todavía es un reto para la inteligencia artificial.
¿Qué papel juega el olvido?
Paradójicamente, olvidar también es parte del almacenamiento eficiente. El cerebro elimina información redundante o inútil para optimizar recursos. Este mecanismo, lejos de ser una limitación, es clave en la adaptabilidad y creatividad humanas.
Además, la memoria no es estática: está sujeta a reconstrucción constante, lo que hace que su medición sea aún más compleja.
¿Podremos algún día medirla con exactitud?
Aún estamos lejos de una medición precisa. Las tecnologías de imagen cerebral, como la resonancia magnética funcional (fMRI), permiten observar patrones de actividad, pero no miden el “contenido” exacto de la memoria. Proyectos como el Human Connectome Project o las simulaciones de redes neuronales artificiales están ayudando a mapear la estructura y función del cerebro, pero queda un largo camino.
El desarrollo de interfaces cerebro-computadora y algoritmos inspirados en la biología también podrían acercarnos a una medición más precisa en el futuro.
Textos y fotos: www.elmundoalinstante.com