Por Hernán Alejandro Olano García.
El arte de cocinar no se reduce a una suma de ingredientes ni al orden disciplinado de pasos para obtener un resultado. Cocinar, cuando se hace desde la raíz, es un acto de amor, de memoria y de identidad. En esa dimensión se inscribe Recetas para pelirrojas, el segundo proyecto editorial de El Enredo Editorial, dirigido por Isabela Olano Leiva, quien, con la sensibilidad de la poeta y el cuidado de la nieta agradecida, ha querido rendir homenaje a las dos mujeres que marcaron su vida con el calor del fogón y el color de la mesa: sus abuelas Inés y Milena, a quienes nombra con ternura como sus dos peli-candela.
El libro es, en apariencia, un recetario. Pero basta abrir sus páginas para descubrir que se trata de un viaje íntimo y poético, donde cada platillo se convierte en una excusa para narrar la fuerza de la ancestralidad femenina y la capacidad de la cocina para reunir, sanar y celebrar. No son recetas frías ni técnicas, sino relatos tejidos en torno a la memoria de dos mujeres que, con generosidad, entregaron a su familia no solo la sazón de su mesa, sino la sabiduría de una vida entera.
En Recetas para pelirrojas, el lector se encuentra con una prosa romántica y cargada de imágenes que evocan la cocina como escenario de la ternura y del afecto. Las manos que amasan, los aromas que suben con el vapor de una olla, las sobremesas que prolongan el diálogo y la risa: todo está presente en un libro que no se limita a instruir sobre cómo preparar un plato, sino que invita a sentir el trasfondo de esas preparaciones. Cada receta es, en el fondo, una carta de amor escrita con especias, fuego y paciencia.
La propuesta de Isabela Olano Leiva también es un gesto editorial que reafirma la vocación de El Enredo Editorial: apostar por proyectos que nacen de la intimidad y que logran, sin embargo, tocar fibras universales. Si el primer proyecto abrió caminos, con “Montañas Madres”, este segundo título confirma una línea clara: dar voz a lo personal, lo familiar y lo afectivo como espacios legítimos de creación literaria y editorial. En esa apuesta, Recetas para pelirrojas se presenta como un libro que trasciende géneros, porque combina el testimonio, la lírica y la gastronomía.
El agradecimiento explícito de la autora a sus abuelas —“Gracias Inés de la Cruz y Ana Milena por ser las mejores abuelas del mundo”— revela el trasfondo emocional de la obra. Escribir este libro fue, como ella misma confiesa, una experiencia que la llevó a las lágrimas, pero a unas lágrimas dulces, nacidas del amor y de la certeza de que la mesa familiar es un lugar sagrado donde se forja la identidad.
No se trata solo de un homenaje personal. El libro resuena en cualquiera que haya encontrado en la cocina de sus abuelas un refugio de aromas y afectos. Esa universalidad es la que convierte Recetas para pelirrojas en una obra entrañable: cada lector puede reconocerse en el recuerdo de las manos arrugadas que servían un plato, en la complicidad de las sobremesas o en el calor que no provenía únicamente del fogón, sino del amor desbordado.
“Si quieres mucho a tus abuelas y te encantaría guardar dos cenas especiales preparadas por ellas, llévate uno de estos libros a tu cocina.” Esa invitación, que cierra el proyecto, resume su esencia: Recetas para pelirrojas no es solo un libro, es una herencia afectiva, una llama que busca permanecer encendida en cada lector que se acerque a él.